divendres, 19 de juny del 2009

El precio de las cosas


Hoy, un numeroso grupo de chinos y chinas han protestado a las puertas de los juzgados de Mataró por el cierre de los talleres clandestinos donde trabajaban. Cuando los mossos entraron en los locales donde esta gente hacía nosecuantas horas delante de una máquina, sin seguro, sin papeles y sin ninguno de los derechos adquiridos por los trabajadores de este lado del mundo, parecía que les estaban liberando de la esclavitud.
¿Pero porqué protestan estos desagradecidos? pensamos en un primer momento.
Ellos dicen que aquí trabajan mejor y con mejor sueldo que en su pais. Que aquí ganan en un mes lo que en China en seis ( o similar). Que ¿ahora qué hacen? , ¿dónde van?, algunos incluso , ¿dónde duermen? ...no sé que les han contestado, si es que lo han hecho.
Nos quejamos de que los chinos (asiáticos en general) producen más barato y por eso juegan sucio y nos fastidian los negocios. Que sus productos se pueden vender tan baratos que los nuestros dejan de ser competitivos.
Pero a mí me explicaron hace poco que las cosas tienen el valor que quiera darle el comprador ( ni más ni menos) . Si hay alguien dispuesto a pagar 3000 euros por una camisa, ese será el valor de esa camisa. Si alguien no quiere pagar más que 20 euros por un vestido, será difícil venderlo a otro precio.
Desde luego estoy simplificando un tema muy complicado. Desde el punto de vista de alguien que produce objetos téxtiles y a la vez quiere ganarse la vida dignamente (suena un poco cursilón , ¿no?) , es complicado hacer entender al público que las cosas tiene un precio por que en ellas se ha empleado un tiempo, un material y una "sapiencia" que hay que pagar. Quizás son los demás los que tiene razón y tenemos que dejar de una vez por todas que sea en Asia donde se produzca y que sean los intermediarios los que decidan tanto el precio como los sueldos de los productores. Quizás sí que podríamos cerrar los ojos y los oidos del todo y seguir consumiendo esos productos ( que son la mayoría) entrando de cabeza en el fascinante mundo del consumismo compulsivo sin sentir un hormigueo desagradable cuando pagamos un precio que sabemos imposible.
Hace unos días leí que miles de asiáticos pasarán un triste verano de hambre por que los precios del arroz y otros productos agrícolas que ellos producen son mucho más caros que los que viene de Estados Unidos ...osea que no hace falta que sigan cultivando, se quedan en el paro y además están obligados a comprar productos que hasta ahora producían ellos mismos.

La globalización del sistema económico es lo que tiene.
Osea que nadie lanzará la primera piedra.